12.7.09

BIENVENIDO, FANTASMA



Carne y cuerpo, piel y calor, miedo y duda.
Debieron fingir que el cuerpo estaba suficientemente completo para que ocupara el ataúd. Que el fuego y el metal del accidente no les había arrebatado hasta su silueta.
Ella escuchaba el eco de su cuerpo a medianoche, su tranquilo respirar.
Una noche la memoria fue tan pesada que tuvo dejarla a un lado, dejarla dormir a su costado.
Y al otro día él estaba ahí: vivo.
Una hermosa cáscara sin memoria, lenguaje o voluntad.
Ella lo había parido a base de nostalgia y dolor.
Y si dejaba de dolerle podía desaparecer.
Tenerlo era recordar todo lo que había perdido, acariciarlo era la certeza de que el amor nunca volvería.
Crearlo la consumía un poco, cada noche. Hasta que un día la mujer no despertó.
Y él, eso, creado en la soledad y el abandono, lloró para traerla de vuelta, para que siguieran desgarrándose en la felicidad.




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