29.7.09

LIBRO

(Flickr de Rick Delgado)



La cerradura fue seda, para ti. Apartaste la puerta con indiferencia. Tus gestos eran fluidos, delicados. Eran las cosas las que se llenaban de violencia, se astillaban de golpe, se fragmentaban casi por si mismas. Retrocedí hasta la pared, aferrando aún el libro.
— Nunca entendí los tatuajes, por qué aparecieron de golpe los libros sobre percings, excoriaciones, sobre el arte de enterrar objetos bajo la piel para cambiar los rasgos.
Etérea, sutil, imparablemente avanzabas.
— Tardé en deducirlo, en darme cuenta. No escondías un rostro normal bajo el tatuaje de monstruos. Cuando empezaste a cambiar, cuando el Libro te transformó, decidiste ocultarte remarcándolo. Creen que sólo has llevado la modificación corporal al extremo y no saben la verdad. Lo que ahora eres.
Los lentes de reptil me vieron, o tus ojos verdaderos.
— ¿Ahora qué? Leí el Libro. ¿También voy a cambiar?
Tu mano, la garra me acarició lentamente la mejilla. “Amor” articularon tus labios, atrás los dientes triangulares.
Me diste dos cosas y después te marchaste, con el Libro.
Y aquí estoy mirando mis opciones.
En la mano izquierda un arma, en la derecha la aguja del tatuaje.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Efímera
de José Luis Zárate