27.9.09
26.9.09
25.9.09
A LA LUZ
Ocultamos el cambio, la piel nueva, las extremidades recién surgidas, los ojos y bocas, pero sabemos que tarde o temprano saldrán a la luz.
Por lo mientras disfrutamos los linchamientos, las hogueras y los gritos de los monstruos.
24.9.09
AL SUR
Poco a pocos nos hemos acostumbrado a la Carne Nueva, a los nuevos sentidos, al tacto inédito que nos proporcionan la reciente piel.
Pensamos que seguíamos siendo nosotros, como si el cambio fuera una mano de pintura o el simple tuneo de nuestro cuerpo.
Pero hoy las mujeres se han dirigido al norte, atraídas por corrientes visibles, por un llamado que no pueden evitar.
Quisimos seguirlas pero algo nos llama al sur.
Preparamos maletas, nos prometemos llamar, fingimos que es un capricho del momento, un compromiso del trabajo.
¿Qué será de nosotros cuando volvamos?
¿Retomaremos la rutina hasta otro ciclo migratorio, nos prepararemos para otros cambios o tomaremos el café en las mañanas sin mencionar (como no lo mencionamos ahora) que nos dirigimos a lados opuestos del mundo a desovar?
23.9.09
UPS
Miro el rostro secreto de Kitty, mi gato, de Ash, mi pez, y de ti, amor mío.
22.9.09
BUENAS NOCHES
Sueño formas.
Cambios. La Carne Nueva.
Sueño fragmentos de otras pieles.
Las voces nuevas de los que ya no son como eran.
Sueño monstruos.
Bestias que me dan los buenos días o se dirigen con prisa al trabajo, aberraciones que llevan un café en una mano, o las llaves de su auto.
Me estremezco y trato de cubrirme con las sábanas de mi cama.
Recuerdo, entonces, a lo que habita debajo de mi cama, en lo profundo del armario.
Apago la luz nocturna, cierro la puerta de mi cuarto.
Dejo un pie desprotegido colgando de la cama, espero a que la puerta del armario se abra chirriando.
Algo escamoso sube por mi pierna. Algo denso y pesado se acerca a mi cama.
Me rodean, se aprietan contra mi cuerpo.
Nos dormimos juntos, tranquilos.
Para combatir el horror del cambio, no hay como lo conocido…
21.9.09
NOS RESERVAMOS EL DERECHO DE ADMISIÓN
(Flickr de Eric Lafforgue)
Le prohibieron entrar no por las alas, los cilios, los lóbulos, apéndices, glándulas, flagelos, ventosas, ni las extremidades recientes que surgieron con la Carne Nueva.
Simple y sencillamente es que no aceptaban negros.
20.9.09
PARÍS, LONDRES, MILÁN
Con impaciencia miles esperan saber las tendencias de la moda.
Fotógrafos, costureras, modelos, empresarios, revistas…
Qué prendas, cuáles peinados, el número de extremidades.
Los nuevos cuerpos se preparan para las pasarelas, Nueva Carne descubierta con estilo.
Vemos los catálogos, los previews, los boletines de prensa y pensamos en las jovencitas que buscan una pista de qué es ser hermoso.
La anorexia va a ser la menor de nuestras preocupaciones.
19.9.09
VEREDICTO
Cada noche nos contaron de las hogueras y su fuego purificador, de la pureza genómica y la terrible, horrible, sucia, obscena Carne Nueva.
Matamos por ti, nos dijeron llenos de orgullo, llenando la casa de hermosas figuras, de piel limpia y perfecta.
Es justo, higiénico, patriótico, sagrado, nos dijeron en colegios, iglesias, reuniones.
Con que emoción vimos a nuestros héroes destruir monstruos deformes en la pantalla.
Y ahora nos juzgan, nos condenan, nos señalan por la hoguera que encendimos, por las llamas que nos dijeron eran nuestro derecho.
Mostramos las manchas, las arrugas, el cabello blanco, los dedos nudosos de quienes quemamos.
¿No es también Carne nueva?
El veredicto es unánime. Salimos como los héroes que somos, llevados en hombros por una multitud de jóvenes.
Con temor nos ven los adultos, con miedo los mayores, pero ¿qué importa?
Mientras ardían les dijimos a nuestros abuelos que ese era el fuego que, orgullosos, nos enseñaron.
18.9.09
BRECHA GENERACIONAL
16.9.09
RUTA
Tratas de decirme algo pero no te has acostumbrado a tu nueva forma.
Tal vez centrarnos en lo que eras sea un error.
Cierro los ojos y dejo que sea nuestro deseo, los delicados estremecimientos lo que nos dicten la ruta de las caricias.
15.9.09
NOFACE-BOOK
¿Qué se podía hacer más que explicar que era normal, cotidiano?
La gente debería acostumbrarse a las nuevas formas, eso es todo.
Mientras, en conversaciones de teléfono, en cartas escritas, en chats línea tras línea, en redes sociales sin imágenes, en bares a oscuras, en reuniones de amigos donde voluntariamente cerramos los ojos y tomamos las cosas a tientas, nada ha pasado.
14.9.09
EL CAMBIO
Mil carteles con mi rostro, pidiendo que alguien me encuentre o de detalles de mi ubicación, si estoy viva o no, si alguien conoce mi destino.
“Regresa” pide en diez mil copias Sarah. “Que la Carne Nueva no nos separe”.
“Si tiene informes llame. Cualquier información se paga.”
Suena un teléfono a mi lado.
− ¿Sarah?
− Soy yo – contesto, llena de esperanza.
13.9.09
TOC TOC
Los médicos le explican que es parte de la Carne Nueva.
Eso, y su fuerza inusitada.
Si todo ha cambiado ¿porqué no las reacciones del cuerpo?
En el orgasmo el cuerpo toma el control.
Si ahora es diferente, nuevo, otro, ¿porqué no la reacción ante el placer va a ser garras, dientes, sangre?
Puede entenderlo.
Pero ¿cómo entender a los tocan a la puerta, la aman por lo que ahora es, le ofrecen, a la vez, flores hermosas y el cuello desprotegido?
12.9.09
PRISIONES DNA
Los inmunes vimos avanzar el cambio, nos alejamos de aquellos malditos, algunos tomamos un arma para defendernos de la infecciones, otros promulgaron leyes y levantaron cercos y alambres de púas.
Al ir cambiando el clima la piel remitió, los tumores desaparecieron los nuevos miembros cayeron y eso nos llenó de temor.
Los monstruos podrían ocultarse, fingirse sanos.
Exigimos las policías genéticas, las prisiones DNA, la necesaria depuración.
Lo logramos.
Pero dejamos de alegrarnos de ello cuando llegó la primavera y los inmunes vimos nuestra piel verde, nuestras manos madera y empezamos a florecer.
10.9.09
PALABRAS
Las ejecuciones siguen, indiferentes a toda esa transformación orgánica.
Cuando más, hemos accedido a ponerles una venda en los ojos.
Tal vez logren sus derechos civiles; posiblemente, aunque no lo queramos, las cosas cambien.
Lo cierto es que ahora ya no es tan sabroso un pollo del que recordamos sus últimas palabras.
9.9.09
WATTS
Las luces parecen vernos, el sonido de la electricidad, denso y monótono, ha empezado a modularse. Murmura frases que nadie comprende.
Hay quien habla de electrocutados que se quedaron en el destello blanco, que viven en el fuego que los consumió, otros nos dicen que todo impulso nervioso es de naturaleza eléctrica y la ciudad entera ha alcanzado las conexiones suficientes para pensar, otros mencionan experimentos cuyo fin ignoto nos concierne a todos.
Hay quien dice que la Carne Nueva es eléctrica.
Pero lo cierto es que unos pocos salimos en la noche a ver esas luces densas, nos quedamos en calles vacías donde el murmullo es perceptible, y sentimos el cambio, la transformación, y – también – que ya no estamos solos, que algo plural y enorme nos acompaña.
Mientras estiramos las manos desnudas hacia los cables, comprendemos a las inocentes, tontas, polillas.
7.9.09
ACCIÓN
− ¿Fue químico? – preguntó la mujer de tres brazos.
− ¿Es cierto que ocurre en todos lados? – murmuró alguien oculto bajo mil prendas informes.
− ¿Es permanente? – lloraron tres voces que hasta ayer eran una.
El hombre del gobierno asintió, mientras continuaba sacando papeles, sellos, formatos.
− ¿Van a hacer algo? – exigí saber.
El hombre me miró a los ojos (a todos) y me dio una hoja.
− Sí.
Eran las tarifas de impuestos por la Carne Nueva.
6.9.09
3.10 A. M.
Acelero un poco más y pronto dejamos atrás la imagen borrosa entre la oscuridad y la lluvia.
Una silueta dolorosa, contrahecha, terrible.
Toda mi voluntad usada en no girar levemente el volante y lanzar el auto contra ella.
No más sufrimiento, no más horror.
− Papá – lloran y yo lloro con ellas. No debimos salir, dejar atrás la seguridad de la casa.
Es la hora en que los monstruos salen, en que la Carne Nueva se despliega, en que cosas de ojos rojos se deslizan entre las farolas y la oscuridad.
Las llaman mutaciones, tumores, enfermedades, algunos pocos casos.
La noche se llena de ellos y nosotros cerramos cortinas y pasamos llaves y encendemos luces, y subimos radios y televisores y nunca, nunca, nunca salimos a constatar que la noche les pertenece ya.
Pero la fiebre, y el hospital, y la necesidad.
− Aguanta, cariño – digo a mi esposa, que tirita.
Las niñas ahí atrás, miran la noche desorbitada, y yo debo seguir…
− Papá, mira, mira, mira.
Y sus dedos señalan los bultos, los muñones, los rostros dobles, las garras, las múltiples manos saliendo de rostros…
− Mira, mira, mira… se parecen a mí – dicen y yo acelero entre las lágrimas.
3.9.09
OTROS
Por ello se implanta tanto, por eso la cultivamos en nuestra sangre, por tal motivo somos otros cuando la sabemos, la percibimos, la imaginamos en nuestra piel.
HILOS
El espejo muestra la torturada forma que han hecho de nos.
El rostro cruzado de puntadas, los miembros unidos mediante filos, la atadura que convierte las partes dispersas en una torturada silueta.
Brazos, manos independientes, órganos que se mueven por si solos, piel que ha descubierto cómo desplazarse, pelo vivo, eso somos nos.
Y también (no podemos entenderlo) el cuerpo que murmura, viéndose al espejo, luchando por la unidad:
− Soy, soy, soy – mientras se disgrega.
2.9.09
EN BRAZOS
No era un feto.
Se desarrollaba en la bolsa amniótica, crecía, se alimentaba del cordón umbilical: pero no era un bebé.
Desarrollaba brazos, piernas, un remedo de rostro en los tiempos adecuados, su imagen era exacta en los ultrasonidos pero carecía de tantas características que no engañaba a ningún médico.
Las víctimas nos pedían que las tocáramos, nos relataban felices la forma en que eso se movía.
Nos estremecíamos al imaginarlo.
Algunos accedieron a una extracción, otras se negaron a que un bisturí las liberara del impostor.
Más de una huyó de los cuidados médicos.
Esa cosa era suya, su bebé ¿qué podíamos saber nosotros?
Que el impostor estaba más cerca del cáncer que de otra cosa, que crecía agresivamente minando al huésped, que parasitaba recursos para desarrollar huesos falsos, órganos para engañar, corazones que latían desincronizados.
Al paso del tiempo algunas víctimas regresaron asustadas del interminable embarazo, de la lenta agonía.
Muchas veces tarde.
Una, sola una, se presentó feliz para decirnos que, todo había sido un malentendido, que nos equivocamos.
Abrió las sábanas llenas de sangre y nos mostró lo que llevaba en brazos, retorciéndose.
Retrocedimos: del hedor, de la putrefacción, de los ojos que esa cosa había desarrollado llenos de pus, de las garras, de la minúscula voz que dijo:
− Mamá.
1.9.09
SINCRONIZACIÓN
¿Cómo saber que las visiones eran reales?
Esa mujer que caminaba en un bosque a mitad de la ciudad estaba en contacto con alguien que no entendía por qué la sensación del pasto bajo sus pies era idéntica al concreto.
Tardaron mucho en musitar la palabra telepatía.
Sincronización tomó su lugar.
Lo difícil era encontrar a las partes del todo. ¿En qué lugar? ¿En qué sitio del mundo entero?
No había comunicación abstracta: sólo sensorial.
Búsqueda de ciegos.
Los medios masivos de comunicación ayudaron. El mundo dividido, primero, en continentes, cada uno con una sensación específica en un momento concreto: a las 12 del día según el meridiano Greenwich. Agua, hielo, plumas, arena… cosas así.
Los receptores anotaron que sintieron, y conocieron en que continente estaba su receptor.
Fue cuestión de ir concretizando: países, estados, colonias, calles…
Que emoción cuando se encontraron los sincronizados. Más que hermanos: el mundo sensorial idéntico. Algunos decidieron vivir juntos, otros se alejaron lo más posible para vivir dos vidas al mismo tiempo.
Nadie sabía cómo, porqué, qué cosa empezaba la sincronización. Dijeron evolución, mutación, casualidad, destino, sino, Nueva Carne.
Algunos como yo se ofrecieron voluntarios a pruebas, a mediciones, análisis. ¿Cuál la distancia de trasmisión? ¿Era o no simultánea? ¿Podía interferirse, modificarse, modularse? ¿Cómo la afectaban las drogas, las circunstancias atmosféricas, los accidentes?
Entre los sincronizados si uno quedaba ciego era el que tenía los ojos sanos el que encontraba sumergido en oscuridad, por ejemplo.
Se midió un impulso doloroso. No era simultáneo. Había un desfase de 2 horas 17 minutos y 3 segundos, estuviera a un kilometro o al otro lado del mundo.
Había tanto que averiguar. Tanto que experimentar, tanto que saber.
El que condenaran a muerte a mi trasmisor sincronizado fue una casualidad que algunos consideraron afortunada.
El hecho de que pudieran matarme a mí no detuvo la ejecución.
Me llenaron de aparatos, me conectaron a mil monitores, esperaron.
¿Cuál la sensación exacta de la muerte? Sentiría la inyección letal. ¿También la forma en que iban fallando cada órgano?
Pedí una última cena. Hablé por teléfono con mi sincronizado y nos dijimos adiós. Me senté a esperar la Muerte narrando cada sensación.
El frío, la pesadez, el lento detenerse.
Cerré los ojos, muerto de miedo.
− Estoy muerto – dije, con una voz clara y firme, 2 horas 17 minutos y 3 segundos después de la inyección.
La sincronización no se detuvo.
Fue otra.
No más datos del cuerpo, no más sensaciones de esa pobre cáscara asesinada.
Abrí los ojos y no vi lo que había a mi alrededor.
Fui describiéndolo, lo mejor que pude.
Nos olvidamos de los aparatos, de las mediciones, alguien desconectó las máquinas, otro salió corriendo de ahí, algunos tomaron notas. Los demás escucharon.
Silenciosos, helados.
Lo que hay al otro lado.
Entonces mi cuerpo empezó a fallar. El corazón fue deteniéndose.
No luché por respirar.
Me recargue en la camilla, me cubrí hasta la cabeza con la sábana blanca, cerré mis propios ojos.
de José Luis Zárate